No, no me trajo nada, ni Santa Claus, ni el niño Dios, ni nadie más.
Pero la vida me regaló muchos hermosos momentos junto a tí.
No fue una noche de regalos, sino un año lleno de hermosos presentes,
pero también de dolorosas heridas, verdades que queman el alma
como el limón en la sangre.
Aún así, doy gracias a la vida, por dejarme compartirte en mis días.
L@.