Friday, November 05, 2004

Historia de un árbol y la nada.


Este ha sido un día extraño. Intento escribir algo que no sea gris oscuro. Algo que no sea triste. Algo que no sea ya quejumbroso y ralle en lo odioso. Pero es que no encuentro que hacer con esto que traigo dentro. No encuentro que hacer o como sacarme esta nostalgia que me invade por completo en momentos.

Todos preguntan ¿Cómo estas? ¡¿Cómo diablos esperaran que conteste?! No puedo contestar que estoy bien, porque no lo estoy. Y tampoco puedo decir la verdad de lo que estoy pensando porque… simplemente seria demasiado negativo lo que saliera de mi boca. Como es negativo justo lo que esta noche, como todos los días, escribo.

Quizás este olor a podredumbre me este afectando. No lo digo literalmente, sino textualmente… ¿o era al revés? El caso es que el viernes pasado me dieron un ramo de flores preciosas, no mis favoritas, pero preciosas de todas formas. 4 rosas rojas, 5 flores blancas que se deshojan y no tengo ni idea de cómo se llaman, además de las típicas nubes blancas (creo que les llaman) para hacer bulto y otras ramillas verdes con el mismo objetivo. Y bueno, no les había cambiado el agua desde el lunes… o martes, no me acuerdo. Y pues como que ya huelen a fuchi.

Este escribir no es más que una forma de drogarme la soledad, para no sentirla, para no verla, para no tocarla en mi piel cuando me falta el abrazo. Es una forma de ignorarla, algo así como un amuleto, para alejarla, para creer que no la tengo, que no me tiene aprisionada entre sus ramas.

Mi soledad es algo así, como un árbol, como un sueño… o una pesadilla. A veces me parece que mi vida hubiese sido un sueño y de pronto he despertado entre las ramas de este árbol llamado soledad, al cual no recuerdo haber subido. Imagina solo por un momento el sentimiento.

Tus ojos están cerrados. Miles de imágenes pasan frente a ti, en tu mente, pero no son escenas o imágenes aisladas, tú participas en ellas, son cosas que te pasan a ti, es tu vida. De pronto, las cosas, las imágenes, pierden claridad y la luz va volviéndose tenue y vaga, Poco a poco te va rodeando una neblina gris, un humillo extraño que te hace toser. Y la niebla gris de pronto se torna negra y no ves nada más allá de tu propio cuerpo.

No hay nada donde antes hubo un hermoso cielo azul con tintes rojizos, rosados, naranjas y amarillos, tonos de un hermoso atardecer. No hay sonido alguno donde antes hubo risas de los seres que mas querías, no hay canciones, ni pájaros. El aire se detuvo y el tiempo ya no corre, o tal vez su velocidad es tal que no lo notas al pasar.

No hay ya esa suave alfombra verde en la que jugaron tus pies hace apenas un momento, o eso es lo que cree tu mente. Tus brazos se extienden sin lograr tocar nada. El tiempo pasa y no logras definir exactamente cuanto tiempo ha sido, cuanto tiempo has estado así.

Sin darte cuenta vas perdiendo conciencia de lo que pasa a tu alrededor y vives, como quienes caen en estado de coma, la vida pasa y sigue alrededor tuyo, pero tu, tu no puedes verla, ni sentirla. Tus ojos están cerrados y tu mente muerta. Tu vida es un completo y total ejemplo de lo cotidiano, de la rutina. Caminas, comes, duermes, trabajas y sigues las órdenes. Cumples únicamente con la parte del ciclo que te toco vivir.

De pronto tus ojos se abren, así de la nada, sin que tu voluntad haya tenido nada que ver en el asunto. Estas caminando, tu cuerpo se mueve como los trapecistas sobre una cuerda suspendida en el espacio. Tus brazos se agitan y tratan de hacer equilibrio. Tu cuerpo y tu mente intentan asirse a algo, cualquier cosa que te ayude a no caer. Poco a poco recuperas la conciencia. Estas parada en la rama de un árbol, no es angosta, pero tampoco es lo suficientemente ancha como para caminar en ella sin preocupación. El mundo bajo tus pies, o bien quiero decir, bajo esta rama del árbol, es demasiado confuso. Estas a una altura increíble… Por mas que intento no logro recordar como subí, como llegue aquí.

Quiero bajarme, pero la rama mas próxima hacia abajo (que alcanzo a ver yo al menos) esta a por lo menos diez metros de distancia, seria una locura saltar para tratar de alcanzarla, es simplemente imposible. Tanto como querer volver el tiempo atrás y tan suicida como vivir estancada en el recuerdo.

Estoy asustada y no se que hacer. Con el mayor cuidado que me es posible, me siento poco a poco sobre la rama en que camino. Empujándome lentamente regreso al tronco del árbol donde empieza mi rama. No se que hacer. Estoy llamando a mi madre, a mi hermana, a ella, a el, a los amigos… pero mi voz no se escucha, no la escucho fuera de mi mente. Solo allí es un claro grito de auxilio, solo allí provoca algún sonido. Pero nadie escucha, nadie viene.

Sigo sentada, esperando. Creo, he querido creer todo este tiempo, que alguien vendrá y me ayudara a subir, o a bajar, o a seguir adelante, cualquiera que sea el camino. Alguien me dijo alguna vez, que no importa que camino se tome si no sabes a donde vas. Quizás sea por eso que no logro moverme de aquí. Simplemente no recuerdo a donde iba, ni como, ni cuando me perdí.

Estoy asustada y no se que hacer. Sigo sentada. Miro hacia arriba. Algunas ramas mas arriba logro verla a ella, Otras cuantas mas allá lo veo a el y a todos los demás. Mi familia, mis amigos, mis hermanas y sus familias, todos están ahí. Cada uno en su propia rama. Todos van subiendo de alguna manera… así me lo parece a mi al menos. Y yo, yo sigo estancada, aquí en mi rama, paralizada. Demasiado asustada para subir o bajar o moverme siquiera.

Ellos no pueden oírme, mi voz no logra salir mas allá de mi mente y mi mente esta cerrada… no encuentro la llave con que la abrí la primera vez. Ninguno esta a mi alcance, pero aunque estuvieran, ninguno de ellos puede bajar a ayudarme y los que vienen detrás son demasiado pequeños, o no han logrado subir a su primer rama siquiera.

Estoy sentada sola. Triste y asustada ante lo que viene, ante lo que me espera, ante la rama misma en la que estoy sentada y la nada que hay bajo mis pies. Estoy detenida en el aire, en el tiempo y el espacio, anclada a un recuerdo que me tiene atada y aunque es lo que no me ha dejado caer, es también lo que no me deja moverme y avanzar. Y tengo tanto miedo de soltarme. Tengo tanto miedo de caer...

Todo se vuelve oscuro… o tal vez sean solo las lagrimas que me nublan la vista, tal vez sean mis propios ojos cerrados que arden de tanto llorar, de tanto apretarlos para no ver la nada que me envuelve y me come por los pies, allí debajo, esperando solo el momento en que me suelte de esta rama y poderme atrapar.

Estoy abrazando esta rama en la que estoy estancada. No he tenido y temo no tener, el valor para poderla soltar y seguir adelante… a veces creo estarme parando poco a poco en ella para tratar de seguir subiendo y alcanzar a aquellos que quiero, para que al menos mi voz llegue a ellos y sepan lo que siento, sepan que los quiero y que los pienso en todo momento. Pero me doy cuenta que no he hecho más que ir y venir a lo largo de la misma rama, sentada, abrazada a ella, una y otra vez. Y los demás van avanzando, poco a poco o mas rápido, no lo se. Solo se que estoy sentada en esta rama, en este árbol llamado soledad, esperando ver la luz del sol y un nuevo día que me ayude a respirar, a ver de nuevo el camino, a encontrar de nuevo el destino que perdí en el trayecto… o de plano a soltarme ya.

Ambas cosas me dan miedo… pero el nuevo día llegara y aclarara mis pensamientos, secara mis lagrimas y con los ojos abiertos, volveré a caminar mi propio camino. Solo tengo que encontrarlo, de nuevo… aunque tenga que tomarme todo el tiempo del mundo, pero siempre será, sobre este árbol llamado soledad.


La.


03-041104JV-1223ª


Ahí dispensen, la falta de coordura y ortografía, a las 500 de la mañana, como que no me forula igual del mal el cerebelo, osea que funciona peor que de día, jaja!